EL BARRIO CALIFORNIA DE BOGOTÁ EN CONTRA DEL INCUMPLIMIENTO

EL BARRIO CALIFORNIA DE BOGOTÁ EN CONTRA DEL INCUMPLIMIENTO

ACTUALIDAD

Luisa Castillo, Dayanna Rodríguez y Gabriel Guevara.

9/2/20244 min read

Al finalizar el año 2015, en el barrio California de la localidad de Kennedy, se inició la construcción del salón comunal para proveerles servicios sociales, culturales y formativos a los residentes de esta zona, según lo estipulado en el Decreto 469 de 2003, el cual reglamenta las funciones de ese espacio.

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Luisa Castillo, Dayanna Rodríguez y Gabriel Guevara.

El proyecto venía en discusión desde 2012, pero se necesitó un tiempo para que finalmente se iniciara su construcción en el terreno asignado que llevaba décadas vacío. Los comentarios que se escuchaban en tiendas y esquinas del barrio eran variados: algunos decían que el edificio era feo, que estorbaba, otros tantos estaban emocionados por el resultado y los más jóvenes bromeaban con tener sus fiestas de cumpleaños allí.

La construcción finalizó en 2017 durante las festividades decembrinas. Lo que se tenía previsto era que las novenas se dieran en el salón comunal, que terminaron por celebrarse en frente del lugar, pues la obra no había sido entregada, como aseguran Ayda Gómez y Juan Pablo Castillo, habitantes del sector desde hace varios años. Esta anécdota todavía resuena por las calles como bochornoso preámbulo de lo que pasaría después.

Según el actual presidente de la Junta de Acción Comunal (JAL), José Gómez, los inconvenientes iniciaron con el abandono de la obra por problemas de contratación con la constructora que debía entregar el edificio terminado, pero que finalmente no cumplió con los términos del contrato, pues para ese entonces el salón comunal no contaba con servicios básicos.

Entre 2017 y 2019, ante el abandono de la obra, sus instalaciones fueron invadidas por habitantes de calle quienes además de tomarlas como hospedaje, también aprovecharon para saquear los suministros y enseres del lugar.


En el año 2019, la obra estaba en mal estado: los baños habían sido destruidos, la cocina había sido saqueada y el mobiliario necesario para la prestación de servicios públicos como cableado eléctrico y baterías habían sido robados. Este deterioro se volvió casi que invisible para los vecinos que ya se habían acostumbrado a ver el edificio rodeado, primero por polisombra verde, y luego por tejas metálicas cubiertas de grafitis. El deterioro de la estructura era evidente con el paso del tiempo.

Según José Gómez, en agosto de 2022 se interpuso finalmente una denuncia en la Contraloría de Bogotá para que se retomara el proyecto, a lo que el contralor auxiliar, Carlos Acuña, propuso una mesa de trabajo para concentrar los esfuerzos, pero el camino era largo. A la inversión inicial de 1.700 millones de pesos, se le deberían sumar gastos para la readecuación del lugar.

Según la licitación del proyecto, el edificio ni siquiera tiene un estado de entregado, sino que a la fecha reporta la condición de adjudicado; este hecho evidencia la falta de compromiso con esta obra necesaria para el barrio.

Por lo anterior, los habitantes del barrio decidieron realizar una colecta en colaboración con la Junta de Acción Comunal con el fin de recaudar fondos para hacerle mantenimiento al salón y comprar mobiliario como sillas, mesas y baterías sanitarias, y todo lo necesario para la instalación de servicios públicos y la puesta en marcha de una red hidráulica, que habían sido robados. Parte de estos fondos se obtuvieron a través de bazares.

Adicionalmente, están previstos una serie de planes para futuras actividades económicas y lúdicas relacionadas con este proyecto como capacitación en formación comunal, formación deportiva y capacitación para adultos mayores; todas con el fin de recaudar los fondos lo más pronto posible.

La iniciativa fue de José Gómez, quien consideraba que ese edificio, que en su momento había sido tan criticado y que poco a poco se había convertido en una mancha en el paisaje, podría convertirse en un beneficio para la comunidad. Gómez decidió intervenir en la obra prestando sus servicios voluntarios en la reparación de conductos eléctricos, en el pintado de paredes y en el cargue y descargue de materiales. Sin embargo, sus esfuerzos se vieron interrumpidos por la fractura de su pierna izquierda tras caerse de una escalera que permanecía apoyada en unos andamios mientras limpiaba los vidrios del salón comunal.

Foto: Foto: Google Maps – editado por Periodismo En Red

Foto: Google Maps – editado por Periodismo En Red

El trabajo en solitario de don José Gómez es una muestra de la apatía de la comunidad y su poca ayuda, que se suma a las dificultades para la adecuación del proyecto. A pesar de la denuncia en la Contraloría y lo extenso del proceso, lo positivo es que el presidente de la junta, además de tratar este tema junto al contralor distrital auxiliar, lidera e insiste en el reacondicionamiento del proyecto a través de mesas de trabajo con la Alcaldía Local.

Al final de la historia hay avances destacables: el salón ha recibido un trabajo de pintura en la fachada, un colorido mural adorna la parte trasera, el interior está limpio y organizado, varios vidrios grafiteados fueron cambiados para darle paso a la luz natural, los servicios públicos han sido instalados poco a poco, y desde finales de 2023 se hicieron los primeros eventos. Aunque no se haya hecho la entrega oficial del proyecto, algunos miembros de la comunidad, no tantos como se podría esperar, han contribuido con su organización.

Mientras la obra avanza, José Gómez, desde su hogar, sigue al pendiente de los avances del proyecto con la esperanza de que algún día el drama de casi una década concluya exitosamente para el beneficio de todos los habitantes del barrio.

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